Toda la población castellana y leonesa respira un aire perjudicial para la salud

Según las recomendaciones de la OMS, y la totalidad del territorio está expuesto a niveles de contaminación que dañan la vegetación.

Durante el año 2016, se han recopilado los datos de 55 estaciones de  control  de  la  contaminación,  pertenecientes  a  las  redes  de  la  Junta  de  Castilla  y  León,  del  Ayuntamiento  de  Valladolid,  de  EMEP/VAG/CAMP,  de  la  Comunidad  de  Madrid  (San  Martín  de  Valdeiglesias) y de distintas instalaciones industriales.

Una  particularidad  de  Castilla  y  León  es  que  la  zonificación  de  su territorio a los efectos de la evaluación de la calidad del aire es  diferente  según  el  contaminante  considerado,  presentando  tres  zonificaciones  distintas.  A  los  efectos  de  este  informe  se  ha  manejado  preferentemente  la  zonificación  establecida  para  los  contaminantes  clásicos  (partículas,  dióxido  de  nitrógeno  y  dióxido de azufre).

Hay que notar que doce estaciones han registrado porcentajes de captura de datos inferiores a los mínimos establecidos por la normativa, para algún contaminante. Por otro lado, la página Web de calidad del aire autonómica no ofreció durante 2016 ningún dato de las 27 estaciones de las redes industriales. Resulta elemental 
por ello que la Junta de Castilla y León se esfuerce por mejorar la medición y la información de la calidad del aire en su Comunidad.

En  Castilla  León  el  contaminante  que  más  incidencia  presentó  fue el ozono troposférico. Un tercio de las estaciones que miden este  contaminante  registró  superaciones  del  valor  octohorario  recomendado por la OMS en más de 50 días, el doble de las 25 superaciones que se utilizan como referencia promedio anual en la normativa. Los peores registros se dieron en las estaciones de San Martín  de  Valdeiglesias  (situada  en  Madrid  pero  representativa de los valles del Tiétar y Alberche abulenses), Segovia y El Maíllo (Salamanca), con respectivamente 96, 95 y 78 superaciones.

La estación Renault 1, al sur de la ciudad de Valladolid, fue la única que superó el objetivo legal para la protección de la salud en el trienio 2014-2016, habiendo sido generalizadas y abundantes en 2016 las superaciones del objetivo a largo plazo. Por último, la estación de Lario en la Montaña Norte de Castilla y León sufrió una 
superación del umbral de información a la población, en el episodio de alta contaminación de principios del mes de septiembre.

La formación de ozono troposférico en la Montaña Sur de Castilla y León y en el Valle del Tiétar y Alberche, aparece vinculada a las emisiones de precursores desplazados desde la aglomeración de Madrid. En verano, los vientos procedentes del SE-S-SO transportan la nube de contaminación de Madrid, aumentando los niveles de ozono a medida que se asciende por la Sierra de Guadarrama, siendo máximos en Peñalara, donde se alcanzan concentraciones medias diarias de 150 μg/m3. Tras atravesar la Sierra, la masa de aire  contaminado  por  ozono  mantiene  niveles  elevados  en  el  piedemonte segoviano, llegando hasta la provincia de Soria.

En dos de las cinco estaciones de referencia en la Comunidad para la evaluación de los niveles para la protección de la vegetación (El Maíllo en Salamanca y Muriel de la Fuente en Soria), se ha superado el objetivo legal establecido para el ozono en el quinquenio 2012-2016,  encontrándose  las  de  Medina  de  Pomar  (Burgos),  
Lario (León) y Peñausende (Zamora) por encima en 2016 del objetivo a largo plazo, por lo que puede concluirse que la totalidad de  los  cultivos,  montes  y  espacios  naturales  de  Castilla  y  León  están expuestos a niveles de ozono que dañan la vegetación.

En partículas PM10 las estaciones de Aranda de Duero, Miranda de Ebro, León, Toral de los Vados, Cerrato, Medina del Campo y Valladolid sobrepasaron el valor medio anual o diario recomendado por la OMS, mientras que en partículas PM2,5, los valores recomendados por la OMS se rebasaron en las estaciones de la ciudad de Valladolid. Hay que notar que esta ciudad viene aplicando en los últimos años factores de corrección a los datos de partículas que minoran los obtenidos para PM10 e incrementan los registrados para PM2,5, llegando al absurdo de que en ocasiones los niveles de PM2,5 son superiores a los de las PM10 en los que se engloban.

Ni  en  partículas,  ni  en  dióxido  de  nitrógeno  ni  en  dióxido  de  azufre  se  han  observado  incumplimientos  de  los  valores  límite  legales,  aunque  en  el  caso  del  dióxido  de  nitrógeno  se  han  producido  algunas  superaciones  del  valor  límite  horario  en  las  estaciones de León, la central térmica de Anllares, Soria y Renault en Valladolid. La reducción de la quema de carbón en las grandes centrales térmicas no ha evitado que se haya vuelto a superar la recomendación diaria de la OMS para el dióxido de azufre en la aglomeración de León, las Montañas del Noroeste de Castilla y León y El Bierzo. 

Finalmente, la evaluación de los niveles de metales pesados (arsénico, cadmio, níquel y plomo), obligada por la normativa, se ha realizado a partir de mediciones muy escasas, con una cobertura temporal inferior al 3% del año, que no resultan representativas de la presencia de estos contaminantes. Hay que notar que para 
la elaboración de este informe sólo se ha dispuesto de información  sobre  los  niveles  de  hidrocarburos  aromáticos  policíclicos  (HAP) en las aglomeraciones de Burgos y de Valladolid, habiéndose superado en la última la recomendación de la OMS para el cancerígeno benzo(α)pireno, con 0,53 ng/m3 sobre los 0,12 ng/m3 de referencia, aunque dicha concentración se mantiene por debajo del límite legal de 1 ng/m3.

En  cualquier  caso  conviene  aclarar  que  los  cambios  realizados  en  los  últimos  años  en  la  red  de  medición  de  toda  la  Comunidad,  en  la  que  varias  estaciones  que  previamente  registraban superaciones para distintos contaminantes han sido trasladadas a parques o zonas peatonales o lugares periurbanos, por las que circula mucho menos tráfico y que son en definitiva lugares no representativos de la contaminación que existe en la zona o aglomeración en la que se ubican, además de causar una distorsión en  la  serie  de  los  datos  de  contaminación  registrados  hasta  el  momento,  impide  la  realización  de  una  correcta  evaluación  de  la contaminación atmosférica y su incidencia sobre la población castellana y leonesa. 

Por esta razón no resulta extraño que la ciudad con niveles más elevados  de  dióxido  de  nitrógeno  sea  la  ciudad  de  Soria,  cuya estación está ubicada en una vía de tráfico, mientras las ciudades de  Burgos,  León,  Salamanca  y  Valladolid,  en  las  que  el  intenso tráfico rodado que circula por su interior debiera dar lugar a unos 
registros más elevados en los contaminantes que son emitidos de forma directa por los tubos de escape, den por el contrario superaciones tan elevadas en ozono troposférico, un contaminante secundario más típico de zonas periurbanas o rurales, debido a que  su  formación  es  habitual  en  zonas  alejadas  de  los  lugares de emisión, al tener su origen en las diferentes reacciones fotoquímicas que se producen en los óxidos de nitrógeno cuando se expanden lejos de los lugares en los que son emitidos. El mismo fenómeno (bajos niveles de contaminantes primarios y elevados niveles de ozono) se observan en Ávila, Aranda de Duero, Ponferrada, Segovia o Zamora.

El cuadro general que presenta Castilla y León es el de tres áreas con una importante contaminación: una situada al norte, en el entorno de las centrales térmicas de León y Palencia, caracterizada por las emisiones contaminantes de estas actividades industriales (y en cuyas proximidades existen importantes núcleos de población como León y Ponferrada); otra al sur de las provincias de Ávila, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora, en la que la contribución de la contaminación  emitida  desde  la  Comunidad  de  Madrid  y  el  área  industrial de Oporto se extiende en la forma de ozono troposférico, afectando a lugares muy alejados de estos focos de emisión; y en el centro de la Comunidad, la aglomeración de Valladolid.

Como consecuencia, toda la población castellana y leonesa respira un aire perjudicial para la salud según las recomendaciones de la OMS, y la totalidad del territorio está expuesto a niveles de contaminación que dañan la vegetación.

No se tiene conocimiento de la elaboración ni aprobación por la Junta de Castilla y León de ningún plan de mejora de la calidad del  aire,  referido  a  las  superaciones  del  valor  objetivo  legal  de  ozono  en  la  aglomeración  de  Valladolid  y  las  zonas  del  centro  y sur de la Comunidad. De hecho, en respuesta a la solicitud de redacción de dicho plan realizada por Ecologistas en Acción de Castilla  y  León,  el  Gobierno  regional  alega  en  agosto  de  2015  que  “se  considera  mucho  más  adecuado  la  adopción  un  plan  nacional de ozono”, y en diciembre de 2016 que “conoce que los valores de ozono troposférico registrados en la CA son elevados, sin ser peligrosos para la salud humana, al igual que ocurre en la mayor parte del territorio nacional y de los países del sur de Europa, y que para su control y reducción, se considera necesario la realización de un Plan, como mínimo, de ámbito Nacional para la reducción del ozono, que como conocen el MAPAMA está elaborando  en  colaboración  con  las  comunidades  autónomas  implicadas.

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